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Roberto L. Ferrer Serrano

Existen redes sociales para casi todo. Recientemente se publicaba una información que indicaba que hay al menos 74 redes sociales en el mundo que agrupan a un millón de usuarios por lo que la variedad de su temática difícilmente podrá ser un criterio para definir un salto cualitativo en materia de redes sociales.

La desaparición o la perdida de pujanza de algunas redes sociales (ej. My Space) solamente ha supuesto una migración de los usuarios hacía otras redes sociales más prometedoras.
Podría pensarse que la posibilidad de acceso a las mismas pudiera suponer un elemento distintivo en el avance del concepto de redes sociales pero es evidente que la experiencia derivada de la tecnología móvil ha adaptado esta peculiaridad a pantallas u otras funcionalidades pero no supone tampoco una gran diferencia en sí.
Creemos que para que podamos hablar de una nueva generación de redes sociales tiene que haber un salto cualitativo y ese solo puede venir, aquí y ahora, de la mano de los propios usuarios que van tomando conciencia paulatinamente de que su protagonismo no es el que les corresponde y que las redes sociales obedecen cada vez más a una necesidad social porque muchos ciudadanos, legítimamente, han optado por usarlas para aspectos cada vez más importantes de sus vida y por lo que han pasado a ser productos tecnológicos de primera necesidad cuyo uso ha de ser tutelado debidamente por los poderes públicos.

Por eso no será hasta que los usuarios tomen el control de las redes sociales cuando pueda hablarse de una nueva generación de redes sociales en las que será impensable que el flujo de información que generan sus protagonistas pueda ser decidido por empresas privadas y aplicarse a sus intereses mercantiles. Y no es que no crea que los dos modelos no puedan coexistir, sino que falta un modelo público de Redes Sociales controladas democráticamente por sus usuarios.
En esta nueva generación de Redes su gestión se dirigirá a mejorar la gestión de la información de los usuarios y la calidad de la vida de estos, que deberán organizarse democráticamente en la misma forma que lo hace un estado.
Llegados a este punto veremos que el paso a un sistema de estados en red resulta más pequeño de lo que parece.
No se trata de elevar la democracia directa a límites nunca vistos, se trataría más bien de configurar la sociedad de una forma diferente, eliminando las ineficiencias que conllevan límites territoriales que hoy parecen cada vez más arcaicos y aprovechando las ventajas que brinda la tecnología.
Debe tenerse en cuenta que este concepto entra de lleno en el de sociólogos como Manuel Castells que siempre ha indicado que es la sociedad la que modela Internet y no al contrario. Aquí se evidencia que la necesidad de un avance social utiliza la tecnología para ponerla al servicio de la sociedad misma.
En nuestro libro “Año 2112 Netstates. Las redes sociales se convierten en Estados…” se cuenta un modo de vida sencillo en una nueva sociedad configurada de una forma radicalmente distinta a la que nos encontramos en la actualidad y huyendo de los tópicos antitecnológicos habituales.
Se trata de una novela que se centra en entretener a sus lectores pero, con 900 millones de usuarios Facebook sería el tercer país del planeta, ¿de verdad que nadie ha pensado que podría convertirse en un Estado? No lógicamente con la estructura actual, pero un estado sin fronteras en el se asumiera que hoy ya la soberanía no depende del territorio y que las decisiones que se aplican a los ciudadanos no se aplican por gobernantes que estos hayan elegido, podría suponer una indudable mejora en la salud de la democracia que podría basarse en el conocimiento en lugar de basarse en las limitaciones derivadas de políticos que son elegidos porque no puede elegirse a personas que realmente serían decisivas pero que están limitadas por unas líneas fronterizas que alguien dibujó en una sociedad que ya no se parece a la que tenemos hoy.
Elena Sánchez, Defensora del espectador, el oyente y el internauta de RTVE solicitará al Consejo de Administración de la Televisión Pública una regulación del uso de los términos “Facebook” y “Twitter” cuando estas redes privadas sean mencionadas en los canales públicos al objeto de que no se entienda que se efectúa una promoción indebida de las mismas, dado su carácter de empresas privadas.
En el programa “RTVE responde” emitido el pasado sábado, la Defensora visitó a la directora de programas de RNE, Pilar Martín, para que explicase algunas cuestiones sobre las que se interesan los oyentes en relación a la cada vez mayor utilización de Facebook y Twitter para canalizar la participación de los ciudadanos en los programas y aclarar si existe promoción de estas empresas privadas y en su caso si ello está justificado en un medio público.
Para Pilar Martín, la mención de estas redes no se trata de ninguna acción publicitaria ya que no existe una contrapartida económica que se derive al canal público y que se trata de empresas cuya notoriedad haría innecesario cualquier publicidad.
Sin embargo destacó que en Francia se ha regulado esta cuestión impidiendo que desde los canales públicos se mencionen a estas redes sociales siempre que las mismas no sean el foco de la noticia. Esto también esta generando cierta polémica dado que se entiende por parte de algunos sectores que se trata de una reacción de corte antianglosajón.
El núcleo de la cuestión reside en como se gestiona por parte de los poderes públicos, y no solamente de la televisión, la presencia de la administración pública a través de empresas privadas. Es evidente que no se trata solo de una cuestión legal sino también de una cuestión ciertamente ontológica.
Que un ciudadano repare en el carácter de empresas privadas de las redes sociales existentes en la actualidad no deja de ser un síntoma de que algo esta cambiando. No se trata de que se necesiten Redes Sociales para una u otra cosa, ya hay redes sociales para casi todo, y eso no es algo nuevo, las ha habido desde que nació Internet aunque no las llamáramos así.