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Cuando oigo hablar del nuevo DNI electrónico inmediatamente me viene a la cabeza un conocido chiste que no me resisto a repetir ahora: Una persona va perdida por un camino y se encuentra con alguien que estaba por allí,  por lo que le dice: «Me he perdido, me he comprometido a reunirme con otra persona y no se si sabré llegar hasta ella, ¿me puede decir dónde estoy?»  A lo que su interlocutor le responde: «Está Vd. a 42º08m Norte, a 0º y 28m Oeste y a una altura de 488 metros sobre el nivel del mar.»

El caminante sorprendido le responde: «Muchas gracias, es Vd. Ingeniero ¿no es cierto?» Su interlocutor le responde: Pues sí, ¿Cómo lo ha sabido? a lo que el caminante le contesta: «Pues porque me ha dado una información técnicamente exacta y muy completa, pero sigo sin saber realmente donde estoy y sin poder llegar a mi cita».

Para ser honestos con los Ingenieros -a los que admiramos-  el chiste continua diciéndole el Ingeniero a su interlocutor «Y Vd. es político, ¿no es cierto?» , «Pues sí, ¿como lo ha sabido? le pregunta el caminante, «pues porque va Vd. perdido por un camino, se ha comprometido con algo que no podrá cumplir y por alguna extraña razón, ahora parece que sea yo quien tiene la culpa».

El nuevo DNIe 3.0 cuya implantación se extenderá progresivamente en el territorio español, recientemente presentado por el ministro del Interior, incorpora un chip certificado como dispositivo seguro, con mayor capacidad y velocidad, es técnicamente avanzado ya que integra nuevas medidas de seguridad y un chip de altas prestaciones de mayor capacidad y velocidad que además permite la transmisión de datos vía NFC (Transmisión de Datos por Contacto) y radiofrecuencia.

Sin embargo, adolece de los mismos problemas que sus versiones anteriores, también tecnológicamente muy robustas, y es que nadie encuentra motivos para utilizar su faceta electrónica.

La Dirección General de la Policía tiene vigente un Plan Estratégico que mantiene entre sus objetivos el desarrollo de una Policía 3.0 basada en la innovación tecnológica y un uso más eficiente de los recursos, sin embargo nada se dice de cómo se va a acercar el dispositivo a los ciudadanos supuestamente destinatarios del mismo.

«Es conocido –indicó el Ministro- que países como Estados Unidos o el Reino Unido carecen de un sistema nacional de acreditación de la identidad personal semejante al DNI; pero de entre los que cuentan con él, España se encuentra a la vanguardia al disponer de un modelo que también garantiza a los ciudadanos la acreditación de su personalidad en el uso de las comunicaciones telemáticas, consiguiendo con ello generar confianza y favorecer de manera beneficiosa el impulso a la nueva sociedad de la información».

Por tanto no es un problema del trabajo que se realiza en el desarrollo técnico, sino en la usabilidad del mismo y la falta de motivación que encuentran los ciudadanos para su utilización.

Entre los problemas que hemos venido detectando se encuentra la necesidad de incorporarlo a un lector.  Aun en los casos (no demasiado frecuentes) de ciudadanos que se hacen con uno de estos lectores, no todos encuentran motivos para instalarlos en su ordenador. Esto se resolvería incentivando la venta de teclados con ranura para insertar el DNI sin tener que instalar un lector. Será caro, es cierto, pero no más que desarrollar un DNI que nadie encuentra motivos para utilizar. También debería considerarse la posibilidad de que el certificado se pueda insertar en un smartphone.

Otra cuestión es la de falta de servicios administrativos realmente útiles que incentiven el uso del DNI electrónico. Solo la Agencia Tributaria y algún otro organismo aislado permite llevar el seguimiento de expedientes administrativos en curso, pero sobre todo no se desarrollan campañas a través de los medios de comunicación que den a conocer a los ciudadanos de que existe la posibilidad de usar el DNI electrónico para facilitar su vida y de paso (pero muy importante) hacer la gestión de la administración pública más rápida y más económica.

Tampoco estaría mal que se generalizara la incentivación de uso de los servicios electrónicos, aplicando reducciones en precio de tasas de algunos servicios, como ya se hace en algunos supuestos en la Administración de Justicia.

Nos atrevemos a augurar que si no se acerca a los ciudadanos la posibilidad de la utilización de este nuevo DNI electrónico  nos encontraremos nuevamente con unas inversiones elevadas que consiguen un resultado de buen nivel tecnológico pero que nadie puede aprovechar.