El fenómeno de las ciudades inteligentes, internacionalmente conocidas como “smart cities”, avanza imparable en todo el mundo, al hilo del desarrollo tecnológico, especialmente del lado del análisis masivo de datos “Big Data” y el Internet de las cosas.
Sin embargo hay algunos aspectos como el de la privacidad y otros derechos fundamentales de los ciudadanos que tradicionalmente se vienen dejando atrás, quizá porque se entiende que su rendimiento económico no resulta tan directo, pero que debemos reivindicar como enormemente necesarios ya que un avance que no contemple la privacidad desde el propio diseño de las aplicaciones informáticas puede a la larga hacer inviable su uso. Esto, que supondría la pérdida del tiempo y las inversiones realizadas en los desarrollos informáticos, no puede achacarse a la mera imposición de exigencias legales sin sentido, sino al error de pensar que el avance tecnológico debe prevalecer frente a las libertades de los ciudadanos.
En el ámbito del desarrollo de las “Smart Cities”, como afirma el espléndido artículo “Inteligencia colectiva: emergencia de una mente social” publicado en la revista Economía Aragonesa (varios autores), “la ciudad digital se contempla como un nuevo paradigma en el que las tecnologías de la información exigen o permiten una relación diferente y enriquecida de los ciudadanos con sus gobiernos locales, aumentando sus posibilidades de acceso, información y participación, al tiempo que plantea a las administraciones municipales el reto de ser más eficaces en la prestación de servicios que puedan ser ofrecidos por vía telemática, así como respetar los derechos asociados referentes a la privacidad, intimidad, integridad de las comunicaciones o transparencia.”
Sin embargo fenómenos como el Internet de las cosas convierten a las ciudades inteligentes en enormes dispositivos recolectores de datos de los ciudadanos a través de una inmensa red de sensores que van almacenando el flujo de información que va dejando el día a día de la vida de sus ciudadanos (en 2020 se prevé que haya más de 50.000 millones de conexiones M2M, máquina a máquina).
Para el profesor Mitchell, ex decano de la Escuela de Arquitectura del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y presidente del Comité Internacional de Expertos que asesora al Ayuntamiento de Zaragoza en el desarrollo de la Sociedad de la Información, al que tuvimos el privilegio de tener en Aragón de la mano de la Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento, “la tarea más crucial que tenemos por delante es la de imaginar y crear entornos digitalmente comunicados para las clases de vidas que queremos vivir y la clase de comunidades que queremos tener.”
Por todo ello no puede descontextualizarse de la necesidad de que los ciudadanos tenemos que poder disfrutar de los avances tecnológicos dentro de un contexto de libertad y de respeto a los derechos ciudadanos, ya que si el desarrollo tecnológico se hace a costa de esta cuestión previa solo servirá para recluirnos en una sociedad cada vez más despersonalizada y en la que no merecerá la pena de formar parte de la misma.
Es por eso por lo que reivindicamos que las instituciones que desarrollan este tipo de tecnologías cuenten también con especialistas implicados en un desarrollo tecnológico compatible con el ejercicio de los derechos fundamentales de los ciudadanos.